Biography
The Sporting News list of 100 Most Powerful People in Sports for the 20th Century, December 1999
- Pete Rozelle
- Judge Kenesaw Mountain Landis
- Roone Arledge
- Branch Rickey
- Marvin Miller
- David Stern
- Rupert Murdoch
- Avery Brundage
- Ban Johnson
- Muhammad Ali
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- “The Voices of Baseball” — Mel Allen, Red Barber, Vin Scully, Harry Caray, Jack Buck, Ernie Harwell,Bob Prince, Etc.
- Sonny Werblin
- Ed and Steve Sabol
- J.G. Taylor Spink and C.C. Johnson Spink
- Wayne Gretzky
- The Famous Chicken
ABC Sports ranks the Top Ten Most Influential People "off the field" in sports history as voted by the Sports Century panel in December, 1999
- Branch Rickey
- Pete Rozelle
- Roone Arledge
- Marvin Miller
- Judge Kenesaw Mountain Landis
- David Stern
- Avery Brundage
- Walter O’Malley
- George Halas
- Mark McCormack
Attendance 1953-1957 Brooklyn Dodgers vs. Milwaukee Braves

Dodger Ticket Prices 1958-1978

Introducción
Por Brent ShyerThe Sporting News list of 100 Most Powerful People in Sports for the 20th Century, December 1999
- Pete Rozelle
- Judge Kenesaw Mountain Landis
- Roone Arledge
- Branch Rickey
- Marvin Miller
- David Stern
- Rupert Murdoch
- Avery Brundage
- Ban Johnson
- Muhammad Ali
- Walter O’Malley
- Steve Borstein
- Phil Knight
- George Halas
- Babe Ruth
- Walter Byers
- Lamar Hunt
- Ted Turner
- Paul Brown
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- Jackie Robinson
- Pierre De Coubertin
- Juan Antonio Samaranch
- Donald Fehr
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- Horst Dassler
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- Wellington Mara
- Charles Comiskey
- Eddie Robinson
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- Oliver Wendell Holmes Jr.
- Bobby Orr
- Art Rooney
- Alan Eagleson
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- Bud Selig
- Tommie Smith and John Carlos
- Pat Summit
- Laurence Tisch
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- Henry Iba
- Bill Bowerman
- Anatoli Tarasov
- Albert “Happy” Chandler
- “The Voices of Baseball” — Mel Allen, Red Barber,
Vin Scully, Harry Caray, Jack Buck, Ernie Harwell,
Bob Prince, Etc. - Sonny Werblin
- Ed and Steve Sabol
- J.G. Taylor Spink and C.C. Johnson Spink
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ABC Sports ranks the Top Ten Most Influential People "off the field" in sports history as voted by the Sports Century panel in December, 1999
- Branch Rickey
- Pete Rozelle
- Roone Arledge
- Marvin Miller
- Judge Kenesaw Mountain Landis
- David Stern
- Avery Brundage
- Walter O’Malley
- George Halas
- Mark McCormack
Walter O’Malley estableció un legado como uno de los visionarios y hombres de negocios más exitosos en el ámbito deportivo, creando una organización de primera clase basada en la estabilidad y el éxito a largo plazo. Como Presidente de los Dodgers de Brooklyn y más tarde de Los Ángeles, uno de los equipos más queridos y admirados del béisbol, estableció su reputación como un dueño astuto.
En diciembre de 1999, The Sporting News nombró al señor O’Malley la 11va Persona Más Poderosa en Deportes del siglo pasado, y ABC Sports colocó al señor O’Malley en su lista de las 10 Personas de más Influencia “fuera del campo de juego” en la historia del deporte, como resultado de la votación del pánel de Sports Century en diciembre de 1999. Su nombre fue uno de los 15 incluídos en la boleta de votación de ejecutivos, árbitros y manejadores.
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Walter Francis O’Malley, hijo de Edwin Joseph y Alma Feltner O’Malley, nació en el Bronx de Nueva York el 9 de octubre de 1901. Aunque fue hijo único, tuvo muchos primos cerca pues su madre fue parte de ocho hermanos y la familia O’Malley, originaria de County Mayo, Irlanda, eran 14. Ed O’Malley, el tercero en la familia, era comerciante de artículos secos, y más tarde lo nombraron Comisionado de Mercados Públicos de la Ciudad de Nueva York. Desde niño, Walter era fanático de béisbol de los Gigantes de Nueva York. Frecuentaba los viejos campos de polo con su tío Clarence Feltner. Cuando sus padres se mudaron del Bronx, O’Malley tenía 7 años. Y asistió a la Escuela Pública No. 35 en Hollis, Long Island. O’Malley disfrutaba la libertad al aire libre realizando actividades como la caza, natación, pesca y andar en bote. También estuvo activo en los Boy Scouts, una organización que tuvo una influencia muy profunda en su persona.
Después de asistir a la Escuela Preparatoria Jamaica de Nueva York por dos años (1918-20), los padres de O’Malley lo inscribieron en la Academia Militar en Culver, IN. Siendo cadete de Culver él escribió sobre deportes y se convirtió en editor asociado del periódico estudiantil. Trató de jugar béisbol en Culver, pero su carrera de primera base fue acortada cuando una pelota le pegó en la nariz.
Después, O’Malley asistió a la Universidad de Pensilvania, donde sus habilidades de liderazgo, personalidad extrovertida y su entendimiento de política lo condujeron a ser elegido dos veces como presidente de su generación en sus dos últimos años, siendo el primero en ganar elecciones seguidas en 25 años. En la Universidad, se graduó con una Licenciatura en las Artes mientras se enfocaba a estudiar cursos de ingeniería. O’Malley participó en el Concejo de Atletismo, eligiendo supervisar el béisbol en lugar del programa de futbol americano que era más prominente. Fue encargado del concurso Penniman Bowl por dos años, fue presidente de la Fraternidad Theta Delta Chi y miembro de la Fraternidad Militar Honoraria Scabbard y Blade. Se graduó como el estudiante más sobresaliente de la Universidad en 1926, recibiendo el prestigioso premio “Spoon” y fue el 2ndo de la generación de graduados. En 1926, O’Malley asistió a la Escuela de Leyes Columbia en Nueva York por un año, donde se inscribiera antes de que su padre Edwin perdiera los ahorros de la familia en la caída de la bolsa de valores y la Gran Depresión.

Trabajaba en tres empleos de día como ingeniero menor para la Mesa Directiva de Transporte de la ciudad de Nueva York, y también como inspector (para la ciudad y formó su propia compañía), mientras que continuaba sus estudios de leyes por la noche en la Universidad de Fordham. Después de lograr su título en derecho de Fordham el 15 de octubre de 1930, O’Malley fundó y editó el “Registro de Subcontratistas”, un útil directorio para constructores en 1931, y escribió una guía legal que explicaba el Código de Construcción de la Ciudad de Nueva York.
El 5 de septiembre de 1931, O’Malley se casó con su novia de la infancia Kay Hanson en la iglesia St. Malachy’s en Nueva York. La familia Hanson y los O’Malleys fueron vecinos en Ocean Avenue en Amityville, Long Island y el romance se nació entre la “chica de al lado” y el Príncipe Valiente. En 1927, Kay fue diagnosticada con cáncer de laringe y fue sometida a una cirugía experimental y como resultado, no podía hablar más alto que el sonido de un suspiro. Sin embargo, O’Malley sabía que ella era “la misma chica de la que me enamoré” y se unieron.Jim Murray, Los Angeles Times, 10 de agosto 1979
O’Malley cambió su enfoque de ingeniería a su práctica de leyes, especializándose en la reorganización corporativa en el Edificio Lincoln de Nueva York en 60 East 42nd Street. Su juramento se llevó a cabo el 10 de abril de 1933 en el Primer Departamento Judicial de Manhattan. Ese mismo año, nació la primera de los dos hijos de O’Malley, Terry. Su hijo Peter nació en 1937. La familia vivía en un departamento en St. Marks Avenue en Brooklyn, O’Malley compró boletos de temporada de los Dodgers en Ebbets Field en Brooklyn para disfrute de su familia y el entretenimiento de los clientes.
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Fue mientras practicaba leyes que O’Malley se conectó con George V. McLaughlin, el poderoso líder cívico y Presidente de Brooklyn Trust Company. McLaughlin, conocido como George el Quinto, fue lo más cercano posible a un mentor para O’Malley. Mientras estaba en la Universidad de Pensilvania, Edwin, padre de O’Malley le presentó a McLaughlin, antigüo Comisionado de Policía de la Ciudad de Nueva York. La organización de los Dodgers se encontraba a punto de la bancarrota y en problemas para pagar sus préstamos de hipoteca a Trust Company, y O’Malley, cuya especialidad en leyes era en reorganización, fue asignado por McLaughlin para cuidar los asuntos legales y de negocios del club, cuyos libros se encontraban en malas condiciones.
Eventualmente, O’Malley dio otro cambio en su prominente carrera, dejando permanentemente su exitosa práctica de leyes en Nueva York en 1943 para unirse a los Dodgers como su Vicepresidente y Abogado General de tiempo completo, reemplazando al antigüo candidato presidencial de los Estados Unidos Wendell L. Willkie, quien estaba enfermo y se retiró para publicar su libro “One World” (“Un Mundo”). A O’Malley se le presentaron oportunidades para comprar acciones del club en dos transacciones separadas en 1944 y 1945. El 1 de noviembre de 1944, se unió con Branch Rickey, Presidente de los Dodgers y Andrew Schmitz, un prominente ejecutivo de seguros de Brooklyn, para comprar 25 por ciento de las acciones del co-dueño anterior Ed McKeever. En la segunda transacción del 13 de agosto de 1945, O’Malley, Rickey y John L. Smith, quien era entonces el Vicepresidente y futuro Presidente de Pfizer Chemical, compraron 50 por ciento de las acciones de Charles Ebbets. Schmitz vendió sus acciones al triunvirato, aumentando sus acciones totales al 75 por ciento, y el balance era propiedad de Dearie McKeever Mulvey, hija del fallecido presidente del equipo de Brooklyn Steve McKeever.
En 1946, O’Malley le escribió al notable Capitán Emil Praeger pidiéndole ideas arquitecturales para renovar o diseñar un nuevo campo de juego en Brooklyn. El antigüo Capitán Naval, quien fuera ingeriero en la renovación de La Casa Blanca en 1949 y varios edificios de las Naciones Unidas en Nueva York en 1953, más tarde jugaría un papel importante en el diseño del Estadio de Los Dodgers en Los Angeles, uniéndose con O’Malley en el onceavo lugar para el futuro estadio para el cual hicieron planes y dibujaron planos. También en 1946, Rickey firmó a la estrella Jackie Robinson un contrato de liga menor con los Reales de Montreal, lo cual resultó en la histórica ruptura de la barrera del color en 1947 en el Béisbol de las Ligas Mayores. En ese entonces, O’Malley era parte dueño, vicepresidente y abogado general de los Dodgers.
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Siempre involucrado en actividades extracurriculares, O’Malley se tomó tiempo para la recreación, organizando y supervisando el popular Torneo de Atún del Atlántico de Estados Unidos en Belmar, NJ en 1938 y en los los 40’s, a excepción de los años de guerra.
O’Malley adquirió J.P. Duffy, una compañía de materiales de construcción, y en 1950 compró la New York Subways Advertising Company. En octubre de 1950, O’Malley compró acciones adicionales de Rickey. Los socios acordaron ofrecer su parte de las acciones primero a cada uno de ellos con derecho a igualar, en lugar de ofrecérselo a un comprador de afuera, si algún día fueran a vender. A O’Malley y la viuda de Smith, May, se les ofrecieron las acciones de Rickey por $1,050,000.
Con el 50 por ciento de acciones, O’Malley de 47 años de edad, se convirtió en Presidente y dueño mayoritario de los Dodgers el 26 de octubre de 1950. Sus prioridades principales eran hacer las mejoras necesarias en el viejo Ebbets Field y continuar la teoría de Branch Rickey de que un sistema fuerte de ligas menores resulta en un equipo competitivo de las ligas mayores.
Utilizando su vasta experiencia educativa, O’Malley concentró sus esfuerzos en trabajar con amigos y enemigos de igual forma para identificar un lugar en el cual pudiera construir un estadio nuevo en Brooklyn para reemplazar a Ebbets Field que había sido edificado en 1913 y estaba envejeciendo y tenía estacionamiento limitado para 700 autos. Él enfocó su energía en un lugar en la intersección de las avenidas Atlantic y Flatbush en Brooklyn, incluyendo la terminal de tren de Long Island, acceso a todas las líneas del metro de Nueva York y el Mercado de Carne de Ft. Greene. El plan de O’Malley era mejorar y redesarrollar el área congestionada si pudiera obtener asistencia para asegurar el terreno, el cual iba a comprar y donde quería edificar su estadio con amplio estacionamiento. El 25 de junio de 1953 escribió en una carta lo siguiente: “Creo que se debe construir un nuevo parque de pelota, financiado y de la propiedad del club. El terreno debe ocupar su lugar en la lista de impuestos. La única asistencia que estoy buscando es en armar un terreno adecuado, y espero que la mecánica del Título I (de la Ley de Vivienda de 1949) pueda ser útil si el estadio se usara también como estacionamiento”.Carta de Walter O’Malley a William Tracy, Vice jefe, Autoridad de Puentes y Túneles de Triborough, 25 de junio de 1953
El poderoso Robert Moses, comisionado de parques de Nueva York y planeador mayor de puentes, carreteras, vivienda y construcción del área entera, tenía otros planes. Mientras que parecía más que interesado en las ideas y planes de O’Malley por medio de su numerosa correspondencia por varios años, Moses en realidad no estaba dispuesto a mejorar el sitio de trenes de Long Island en Brooklyn, ya que el solo pensamiento de transporte público masivo hubiera costado empleos y cortado el corazón del sistema de carreteras y puentes usado por el transporte automovilístico a los suburbios, lo cual era lo que él trataba de promover.George DeWan, The Master Builder, www.lihistory.com y Neil Sullivan, The Dodgers Move West, Oxford University Press, 1987, pp. 50-51
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O’Malley quería construir el primer estadio cubierto para béisbol (así como para otros deportes). La idea estaba adelantada para ese tiempo por lo menos 10 años, ya que el Astrodome no fue inaugurado sino hasta 1965. O’Malley habló con Norman Bel Geddes sobre la renovación de Ebbets Field o un diseño de un estadio cubierto. Más tarde, O’Malley trabajó con el afamado e innovador arquitecto R. Buckminster Fuller para diseñar un domo de 50,000 asientos con techo retractable para Brooklyn. Le escribió una carta a Fuller el 26 de mayo de 1955 diciendo “No estoy interesado en construir cualquier otro parque de béisbol”. A esto le siguió que los estudiantes de la generación de graduados de Fuller en la Universidad de Princeton diseñaran un estadio con domo. El estudiante T. William Kleinsasser escuchó el final de una de las cátedras de Fuller que eran bastante extensas. Más tarde, fue aconsejado por su profesor de francés para que incorporara las ideas de Fuller para ayudar a la situación que encaraban los Dodgers y su búsqueda por un estadio nuevo, y diseñó un modelo de domo en noviembre de 1955. El estadio con domo de los Dodgers pudo haber sido una gran muestra para todo el béisbol y prácticamente hablando, evitaba los costosos días de lluvia y proveía entretenimiento por todo el año para los ciudadanos de Brooklyn y otras partes.
El efecto neto para Brooklyn pudo haber significado que los Dodgers se mantuvieran ahí, jugando en un estadio de alta tecnología; un nuevo mercado de carne; servicio de tren moderno y mejorado; y menos congestión de tráfico en el área redesarrollada.
Mientras él exploraba todas las opciones fuera del campo, los Dodgers de O’Malley estaban teniendo éxito en el campo. En 1951, los Dodgers habían perdido el título de la Liga Nacional de forma devastadora ante los Gigantes de Nueva York y el legendario “Tiro escuchado alrededor del mundo” de Bobby Thomson. En 1952 y 1953 los Dodgers ganaron el título de la Liga Nacional pero perdieron dos veces más en la Serie Mundial ante los odiados Yankees. Después de la temporada de 1953, O’Malley reprendió al Entrenador Charlie Dressen por buscar un contrato de varios años y contrató a un hombre relativamente desconocido en el mundo del béisbol, Walter Alston. El “Hombre Callado” de Darrtown, OH, quien jugara en un solo partido de grandes ligas, se convirtió en el Manejador de los Dodgers en medio de titulares que decían “¿Quién es Walter?”. Sin embargo, Alston había sido un exitoso gerente organizacional, piloteando a los Reales de Montreal a “La Pequeña Serie Mundial” contra el Club Kansas City de los Yankees de Nueva York en 1953, así como St. Paul (MN) al Título de la Asociación Americana en 1948. Alston firmó el primero de sus 23 contratos consecutivos de un año cada uno en un acuerdo de caballeros con O’Malley.
El 23 de septiembre de 1954, Walter C. Peterson, Secretario de la Ciudad de Los Angeles, envió una carta a O’Malley y a todos los dueños de equipos expresando el deseo del Concejo de la Ciudad de “empezar actividades en un esfuerzo por traer el Béisbol de las Grandes Ligas a la Ciudad de Los Ángeles”. O’Malley recibió una carta en septiembre de 1955 proveniente de Roz Wyman, la Concejal de la Ciudad de Los Ángeles, quien reiteró el interés de la ciudad y trató de persuadirlo a que se reuniera con ella y otros para trasladar a los Dodgers de Brooklyn allá.Rosalind Wiener Wyman, Mujer 5º Distrito, L.A., carta de Walter O’Malley, 1 de sept., de 1955 Dado que él estaba enfocado en encontrar una solución en Brooklyn, O’Malley le respondió a Wyman que no estaba interesado en dicha reunión.Carta de O’Malley a Rosalind Wiener Wyman, 7 de septiembre de 1955
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Mientras tanto en 1955, los Dodgers comenzaron la temporada con 10 victorias consecutivas, culminaron con 22 a 2 y nunca voltearon hacia atrás. En su segundo año como manejador, Alston llevó a los Dodgers a su primer y único Campeonato Mundial en Brooklyn, derrotando en siete partidos a los Yankees, sus clásicos rivales. El 4 de octubre de 1955, los Dodgers y Johnny Podres ganaron 2-0, retirando así finalmente de una vez por todas la vieja frase de “Ya será el próximo año”. Así mismo, Brooklyn superó el complejo de inferioridad y brilló en el estrellato.
Aunque la asistencia al estadio era buena, no era comparable a la de otros clubes como los Bravos de Milwaukee, que se mudaron de Boston en 1953 a un nuevo parque municipal y estaban atrayendo más de dos millones de fanáticos en juegos de casa, comparado con un millón en Brooklyn (ver la tabla de referencia). Esto causaba gran preocupación a O’Malley quien deseaba que sus Dodgers permanecieran competitivos en todos los sentidos, dentro y fuera del campo de juego. El creía que a largo plazo, los Dodgers tendrían que construir un nuevo estadio familiar con mejor percepción desde los asientos y más instalaciones para el estacionamiento, ya que un gran número de aficionados se transportaban de Brooklyn a los suburbios de Nuea York en sus automóviles. Después de un periodo de 50 años de sequía en cuanto a reubicación, ésta se convirtió en una posible solución para varias franquicias.
O’Malley construyó y siguió manteniendo las instalaciones de entrenamiento de primavera conocidas como Dodgertown en Vero Beach, FL. Esta sede de entrenamiento era muy admirada e incluía el Estadio Holman de 5,000 asientos, el cual fue diseñado por el Capitán Praeger. Dodgertown sirvió anteriormente como cuartel de la Fuerza Aérea Naval de los Estados Unidos en la 2nda. Guerra Mundial, pero los Dodgers arrendaron el terreno y realizaron sus entrenamientos de primavera ahí desde 1948, utilizando los viejos cuarteles como habitaciones de los jugadores de ligas menores y mayores y el personal de entrenadores.
Como parte del sistema de desarrollo de los jugadores, era la visión de Rickey tener una fábrica de béisbol donde los jugadores eran los artículos a manufacturar y él podía impulsar a los mejores jugadores hacia las ligas mayores. En los primeros años de Dodgetown, el universo de sus fuerzas básicas constaba de la participación de más de 600 jugadores en 26 equipos. Los jugadores comían en el comedor, dormían en los cuarteles temporales sin calefacción o aire acondicionado, y entrenaban en los numerosos campos, en las jaulas de bateo y en las áreas para lanzadores. Casi todos los grandes de los Dodgers entrenaron en Vero Beach. Con su visión de cómo desarrollar el lugar, O’Malley tomó ese lugar raquítico de entrenamiento y lo elevó a un nuevo nivel. Primeramente firmó una extensión de 21 años en el contrato de arrendamiento el 30 de enero de 1952 y después compró el terreno en los primeros años de la década de los sesentas. El 11 de marzo de 1953, O’Malley dedicó el nuevo campo a Bud Holman, el poderoso concesionario de automóviles General Motors en Vero Beach, y director de Aerolíneas Eastern, quien originalmente animara a los Dodgers para que entrenaran en Vero Beach.Página 6
Por su dedicación de tiempo completo al béisbol, O’Malley fue nombrado al importante comité de liderazgo, Concejo Ejecutivo de las Grandes Ligas, en 1951 y sirvió en dicha organización hasta 1978. Ningún miembro ha servido tanto tiempo desde entonces. Él resolvió retos y ayudó a definir la trayectoria del Béisbol de Grandes Ligas, siendo uno de los dueños de más influencia y visión adelantada. O’Malley lidió con asuntos relacionados con la televisión, excepciones a las leyes de monopolio, elección de tres Comisionados del Béisbol y planes de pensión para los jugadores, y hasta la expansión global del juego.
Mientras que ayudaba a dirigir las complicadas cuestiones de negocios del béisbol en general y resolvía asuntos de esa era, O’Malley guió apasionadamente a su propia organización hacia la prominencia dentro y fuera del terreno de juego. De hecho, los Dodgers realizaron una gira de beneficiencia en Japón después de la temporada de 1956. Visitaron Hiroshima, que había sido el blanco de la bomba atómica por parte de Estados Unidos hacia sólo 11 años atrás. Pero O’Malley creía fervientemente en la unión de las naciones en el ámbito de los deportes, creando así sociedades con el propósito del bienestar común para el deporte y cada nación. Los Dodgers realizaron otro exitoso viaje a Japón en el otoño de 1966. Invitados por O’Malley, los Gigantes de Tokyo realizaron visitas recíprocas para utilizar las instalaciones de entrenamiento de Dodgertown 1957, 1961, 1967 y 1971. El interés de O’Malley en el ámbito internacional era extenso, ya que los Dodgers tenían equipos casi completos en las Ligas de Invierno de la República Dominicana, Cuba y Puerto Rico; enviaban descubridores de talento por todo el mundo, y realizaban intercambios educacionales. Invitaban a representantes de muchos países a Dodgertown para que estudiaran y aprendieran sobre tácticas y técnicas de entrenamiento. Es más, era tan solo 1964, y los Dodgers realizaron un viaje a la Ciudad de México para jugar en partido de exhibición contra los Diablos Rojos. El Presidente Mexicano Adolfo López Mateos asistió al partido y tiró el ceremonial primer lanzamiento.
Cuando los Dodgers hicieron la transición a Los Angeles después de la temporada de 1957, O’Malley ya había agotado todas las posibilidades políticas en su deseo de permanecer en Brooklyn y financiar el estadio por medios privados. Los Dodgers jugaron siete partidos “en casa” en el Estadio Roosevelt de Nueva Jersey en la Ciudad de Jersey en 1956, y ocho en 1957. Esa fue la manera en que O’Malley envió el mensaje a las autoridades de que existía una urgencia por obtener una respuesta a su petición del terreno y una solución final al problema del viejo Ebbets Field. Él había vendido el Ebbets Field de 43 años en octubre de 1956 y lo arrendó de nueva cuenta por tres años para darse tiempo para construir un nuevo estadio de los Dodgers. O’Malley había identificado terreno y trató de trabajar con la frustrada Autoridad Central Deportiva de Brooklyn, designada por el Gobernador de Nueva York, la cual se encontraba falta de presupuesto y trabada en el proceso de comenzar a funcionar. Además, él había escuchado varias sugerencias sobre donde reubicar a los Dodgers, incluyendo una idea que proponía fuera entre un cementerio y un cuerpo de agua, a lo cual O’Malley respondió, “¡No creo que vengan muchos clientes de cualquiera de los dos lugares!”Time Magazine, “Walter In Wonderland,” 28 de abril de 1958 También había pagado una cantidad considerable del cinco por ciento de impuesto a la Ciudad de Nueva York por las entradas, lo cual sumaba $165,000 al año. El jovial hombre irlandés parecía recibir el rechazo sin claudicar, ya que no deseaba dejar sus raíces neoyorquinas, pero simplemente se le agotaron las opciones.
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O’Malley fue rechazado por los políticos en su intento por asegurar el terreno, pagar por él, y después privadamente construir un estadio con domo para los Dodgers en Brooklyn. Sin el apoyo de Moses, quien obstaculizara su paso y estaba a favor de Flushing Meadows en Queens, O’Malley eventualmente optó por reubicar a Los Dodgers en Los Angeles. Esto cambiaría al béisbol para siempre, expandiendo sus fronteras casi 1,500 millas más allá del Río Mississippi anteriormente (en San Luis), hasta la Costa Oeste en plena prosperidad. Al mismo tiempo, O’Malley sabía que la ya legendaria rivalidad con los Gigantes de Nueva York debería continuar, aún cuando uno de los equipos se reubicara. El dueño de los Gigantes, Horace Stoneham, le había mencionado a O’Malley en privado que estaba planeando reubicar a su equipo a San Pablo, Minesota (sede de su equipo Triple A), ya que el viejo Polo Grounds, construido en 1911, estaba deteriorándose y sufriendo de baja asistencia como el Ebbets Field. O’Malley le sugirió a Stoneham que considerara seriamente a San Francisco, ya que los gastos de viaje para todos los equipos de la Liga Nacional podrían reducirse si dos equipos se reubicaban a la Costa Oeste.
Así, San Francisco se convirtió en pretendiente de Stoneham. San Francisco estaba hablando con equipos de las grandes ligas y, a diferencia de Los Ángeles, sus votantes habían estado de acuerdo en proveer fondos para construir un estadio municipal por medio de la emisión de una nota de $4.5 millones. Por medio de una reunión arreglada por O’Malley en Nueva York, Stoneham discutió este movimiento con el Alcalde de San Francisco George Christopher. Los Gigantes estaban listos para reubicarse en 1957 y las autoridades de San Francisco estaban ansiosos de traerlos a la Costa Oeste. O’Malley, por su lado, tenía problemas propios que resolver.
Él tenía que resolver líos por todas partes en Nueva York y cuando se mudó a Los Ángeles inicialmente, pero estaba determinado ha tomar las decisiones correctas y dirigir eficazmente a su triunfadora organización.
Los Ángeles era una ciudad en transición con sueños de grandes ligas. El nivel más alto de béisbol que se jugaba era la Clase Triple A de la Liga de la Costa del Pacífico. O’Malley decidió iniciarse en Los Angeles al hacer una transacción con Philip K. Wrigley, dueño de los Cachorros de Chicago. El 21 de febrero de 1957, O’Malley intercambió el equipo de Ft. Worth de la liga Tejana a cambio de Wrigley Field en L.A. y los Ángeles de Los Ángeles de la Liga de la Costa del Pacífico. Este intercambio brindó a O’Malley la habilidad de asegurar derechos de territorio en Los Ángeles en caso de que más tarde decidiera realizar el gran movimiento. Tuvieron un precio bastante alto, ya que O’Malley y los Gigantes tuvieron que pagar $450,000 cada uno a la Liga de la Costa del Pacífico para tener los derechos territoriales. Cada equipo restante de la Liga de la Costa del Pacífico recibiría una porción del cargo.
Los votantes en L.A. desaprobaron una medida para financiar un estadio municipal de béisbol por medio de notas municipales. El voto apático significó que la propuesta de la nota por $45 millones estaba muerta y esto disminuía la oportunidad de atraer a un equipo de ligas mayores. Entendiendo la importancia de ese voto, O’Malley guardó la noticia del periódico sobre ese tema. Gladwin Hill, New York Times, 2 de junio de 1955, artículo “Los Angeles Vote Vetoes Ball Park” Se dio cuenta que cualquier dueño que se fuera a ir al oeste, tendría que financiar y construir un estadio de béisbol por él mismo. Pero para O’Malley, era la combinación perfecta, ya que él quería juntar todas las mejores opciones que había observado, e incluirlas en la construcción de este campo de juego. Con su experiencia en ingeniería, era realmente la combinación perfecta. Las autoridades de Los Ángeles se acercaron a O’Malley con la propuesta de que se mudara allá y sin duda, lo tomó escépticamente al principio, porque los alrededores no eran conocidos y estaban floreciendo. Pero después, se dio cuenta del potencial del mercado, incluyendo un lugar adecuado para construir el estadio de sus sueños y buen clima (no se necesitaría un estadio con domo en el soleado sur de California). Se dice que cuando O’Malley vio el escabroso Chavez Ravine, también llamado como la Colina de la Cabra, un 2 de mayo de 1957 en un paseo por helicóptero con el alguacil, él calculó acertadamente la cantidad de tierra que se tendría que mover: ocho millones de yardas cúbicas. También estaba debidamente impresionado con la convergencia de autopistas que redondeaban al terreno escabroso.
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El 28 de mayo de 1957, la Liga Nacional que se reunía en Chicago, le concedió a los Gigantes y a los Dodgers, el permiso para mudarse a San Francisco y Los Ángeles, si ambos clubes querían hacer el cambio juntos antes del 1ero. de octubre del mismo año. En 1957, como en años anteriores, se realizaron muchas juntas y bastante correspondencia se intercambió en Nueva York, pero no hubo soluciones al problema de adquirir el terreno que O’Malley prefería en Brooklyn.
También en agosto de 1957, O’Malley pasó mucho tiempo trabajando en los detalles de un posible acuerdo para traer a los Dodgers a Los Ángeles. El negociador que fue involucrado tempranamente en julio de 1957 por la ciudad y los Supervisores del Condado de Los Angeles, era Harold “Chad” McClellan, el antiguo Subsecretario de Comercio en Asuntos Internacionales en la Administración de Eisenhower. Él vino a retomar las pláticas donde habían comenzado, en el mes de marzo en Vero Beach y en mayo en Los Angeles. La primera reunión entre McClellan y O’Malley fue en Brooklyn el 21 de agosto de 1957; sólo dos días después de que los Gigantes anunciaran que se reubicarían a San Francisco para la temporada de 1958.
Esfuerzos de última hora por parte de las autoridades de Nueva York para no quedar mal y quedarse con los Dodgers, fueron inútiles, incluyendo el intento del Alcalde Wagner de aceptar el plan de Nelson Rockefeller de financiar el terreno para construir un nuevo campo de juego. Moses, quien mató cualquier pensamiento sobre el sitio en las avenidas Atlantic y Flatbush, había obstaculizado permanentemente los esfuerzos de O’Malley. Como muchos otros antes y después que él, O’Malley sabía que era tiempo de ir al Oeste a buscar nuevos horizontes.
El 7 de octubre de 1957, el Concejo de la Ciudad de Los Angeles votó 10-4 para aprobrar una moción para pedir oficialmente que los Dodgers se reubicaran a su ciudad y entraron en un contrato con ellos para intercambiar terreno en Chavez Ravine por Wrigley Field en Los Ángeles. El contrato requería que O’Malley utilizara fondos privados y construyera un estadio de 50,000 asientos, además de poner el terreno de vuelta en la lista de impuestos. Al siguiente día, el publicista de los Dodgers Red Patterson emitió un anuncio desde Nueva York: “En vista de la acción del Concejo de Los Angeles ayer y de acuerdo a la resolución de la Liga Nacional hecha el 1ero. de octubre, los accionistas y directores del Club de Béisbol de Brooklyn se han reunido hoy y acordaron unánimemente que se lleven a cabo los pasos necesarios para preparar el territorio de Los Ángeles.”
Sin embargo, los problemas se presentaron desde el principio. Desde el momento en que bajó del avión de los Dodgers en Los Ángeles el 23 de octubre de 1957, fue recibido por no sólo un comité de bienvenida, sino que con un citatorio presentado de parte de unos residentes que vivían ilegalemente en Chavez Ravine.
Esa área, nombrada en honor del antiguo Concejal de Los Ángeles y pionero de Nuevo México, Julián Chavez, fue el sitio del fallido proyecto de vivienda del gobierno federal en los 50’s, y ese terreno había regresado a ser propiedad de Los Ángeles con restricciones de uso limitado. Realísticamente, nadie debería estar viviendo en esa tierra, ya que la Autoridad de Vivienda de Los Ángeles había enviado cartas a los residentes desde el 24 de julio de 1950, informándoles que “un desarrollo habitacional público se construiría en este sitio para familias de bajos ingresos...Pasarán varios meses antes de que se compre su propiedad, la Autoridad de Vivienda les dará toda la asistencia posible para encontrar otra casa”. Pero, un manojo de residentes permanecieron ahí ilegalmente, a pesar de que las autoridades de la ciudad les dijeron repetidamente que desalojaran. Como lo hizo en Nueva York, O’Malley lo tomó con calma y permaneció enfocado.Página 9
Muchas ideas, desde zoológico hasta cementerio, habían sido discutidas por las autoridades de la ciudad sobre cómo se usaría la tierra de Chavez Ravine, pero nada se solidificó. Hasta Walt Disney consideró el terreno para su proyecto de Disneylandia, pero lo rechazó.Cary S. Henderson, Los Angeles and the Dodger War, 1957-62, Southern California Quarterly, Otoño de 1980, p´gina 286 La ciudad había comprado la tierra del gobierno federal después del proyecto fallido de vivienda pública que consistía en 24 edificios de 13 pisos y 163 de 2 pisos, los cuales fueron diseñados por el afamado arquitecto Richard Neutra. Norris Poulson, alcalde de Los Ángeles, Wyman, la joven Concejal de la Ciudad y Kenneth Hahn, Supervisor del Condado, fueron líderes influyentes para traer el béisbol de las Grandes Ligas a Los Ángeles, junto con el reportero deportivo de Los Angeles Examiner, Vincent X. Flaherty, quien había estado abogando por ello por mucho tiempo. Flaherty había tenido correspondencia con O’Malley desde 1953 sugiriendo que el mercado de Los Ángeles estaba listo para las Grandes Ligas y que nunca había habido tanto entusiasmo. Sin embargo, O’Malley le contestaría que él quería permanecer en Brooklyn y construir un estadio con domo allá, dando la impresión a Flaherty de que era una idea poco factible.
Personas que diferían y dueños del equipo de ligas menores de San Diego, quienes no querían perder control de la Liga de la Costa del Pacífico, objetaron el contrato con O’Malley que la ciudad aprobó. Para finales de 1957, aquellos que estaban en contra reunieron suficientes firmas en una petición, para forzar un referendo para que la población de la ciudad votara en junio de 1958.
Mientras tanto, O’Malley y el abogado del club, Henry J. Walsh, tuvieron que negociar un lugar interino para jugar la temporada de 1958 mientras que el estadio de ensueño se construía. Después de considerar seriamente el Rose Bowl de Pasadena y el Wrigley Field de Los Ángeles, propiedad del equipo (con capacidad para 24,000), O’Malley hizo un trato de arrendamiento con la Comisión del Coliseo de Los Ángeles para jugar los partidos en el Coliseo Memorial con 100,000 asientos. Este plan de O’Malley conocido como “El Plan de las Tres A.M.”, porque se le ocurrió a esa hora de la noche, permitía que se le hicieran modificaciones menores a las instalaciones compartidas (Rams de Los Angeles, UCLA, USC, entre otros) y acomodar el campo de béisbol en el área existente. La idea de O’Malley era colocar el campo desde el área cerrada con el jardín izquierdo solamente a 250 pies del home, pero con una rara pantalla de 42 pies de altura. Esa inusual dimensión causó críticas de la prensa, pero O’Malley sabía que era solamente una solución temporal hasta que el Estadio de los Dodgers, con todas sus amenidades para el placer de los aficionados, fuera construido. El nuevo plan de O’Malley también mitigó la preocupación de otros inquilinos del Coliseo que no estaban de acuerdo con la idea inicial de cambiar la superficie de juego del futbol americano o las áreas de asientos, solamente para acomodar al béisbol. O’Malley pagó $600,000 en renta por el arrendamiento del Coliseo por dos años, más $300,000 inicialmente, para convertir el campo para jugar béisbol.
Quedaba pendiente si el trato que la ciudad había hecho con O’Malley iba a ser válido, hasta el voto de la gente el 3 de junio de 1958. El voto de sí en la “Proposición B” como fue titulado el referendo, significaba que el contrato con el Concejo de la Ciudad y aprobado por el mismo se permitiría; mientras que el voto de no significaba que el terreno propiedad de la ciudad en Chavez Ravine y el trato con los Dodgers no sería permitido por los votantes. La provisión principal era que O’Malley estaba obligado a construir un estadio de 50,000 asientos en la propiedad. A cambio, la ciudad recibiría de O’Malley, Wrigley Field en la Calle 42 y Avalon, además de colocar a la propiedad del Estadio de los Dodgers en la lista de impuestos a casi $345,000 por año. Además, los Dodgers pagarían hasta $500,000 para una área recreacional de uso público en 40 acres del terreno localizado en las colinas arriba del estadio. Los Dodgers también pagarían un costo de mantenimiento por el área recreacional de $60,000 al año por 20 años. El terreno del Estadio de los Dodgers también estaría restringido por un permiso de uso condicional.
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El 1 de junio de 1958, O’Malley y los Dodgers transmitieron un teletón de cinco horas en KTTV, en vivo desde los estudios y después desde el aeropuerto mientras el avión del equipo de los Dodgers arribaba, explicando las ventajas de apoyar el contrato y a los Dodgers en Los Ángeles. Numerosas celebridades de renombre participaron en las festividades a favor de los Dodgers, incluyendo Dean Martin, George Burns, Jerry Lewis, Ronald Reagan, Debbie Reynolds, Joe E. Brown y Jackie Robinson. Todos los líderes de negocios y asociaciones apoyaban a la Proposición B.
Dos días después, el referendo recibió 351,683 votos de sí, y pasó por 25,785 votos. Fue la elección no presidencial con más participación en la historia de Los Ángeles, con casi el 62 por ciento de los 1,105,427 votantes asistiendo a las urnas. O’Malley estaba a punto de colocar la primera piedra del nuevo Estadio de los Dodgers, cuando una vez más se presentaron obstáculos legales. La oposición apeló a dos diferentes Cortes Estatales Supremas con el argumento de que cuando la ciudad otorgó el uso del terreno, la ciudad no siguió la claúsula de “propósito público” como se indicaba en la venta del gobierno federal a la ciudad. Una decisión favorable fue inmediatamente apelada por la ciudad a la Corte Suprema de California, la cual repeló las decisiones de ambas cortes bajas. La primera decisión unánime (voto de 7-0) fue el 13 de enero de 1959 y la negación a reconsiderar le siguió el 11 de febrero. Mientras tanto, el Gobernador de California Edmund G. Brown prometió vender 36 acres de terreno estatal en Chavez Ravine por $170,780 a la ciudad de Los Angeles para completar el acuerdo sobre el sitio del estadio.Los Angeles Times, 18 de febrero de1959
Después de intentos adicionales para apelar a la Corte Suprema del Estado de California en abril de 1959, por el abogado Phill Silver, quien representaba a los opositores del contrato de la ciudad con los Dodgers, la corte ratificó la validez constitucional del acuerdo. Eventualmente, la queja fue a la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos, donde una petición de apelación no fue escuchada y fue finalmente descartada el 19 de octubre de 1959. El proceso largo y los grandes gastos por cuestiones legales llegaron a su fin. Al mismo tiempo, mientras que O’Malley se preparaba para intercambiar Wrigley Field de Los Ángeles, valuado en $2.25 millones, como lo requería el contrato, por el terreno borrascoso y con colinas de Chavez Ravine, valuado en un poco más de $2.28 millones, otra batalla comenzó. Unos pocos de los residentes que seguían viviendo ahí ilegalmente se rehusaron a irse, a pesar de que se les había ordenado hacerlo años atrás, y se les pidió que se fueran voluntariamente el 9 de marzo de 1959 antes de que fueran desalojados.Los Angeles Examiner, 12 de mayo de 1959
A los residentes se les pagó por sus casas, pero muchos sentían que no tenían por qué irse, aunque la propiedad perteneciera a la ciudad. O’Malley había adquirido el terreno por contrato con la ciudad y fue obligado a construir de forma privada el Estadio de los Dodgers en una porción de esa tierra. Pero, lo que fue la posición de la ciudad de ignorar al vecindario que estuvo casi durmiente por seis años, se convirtió en el más reciente dolor de cabeza para O’Malley, aún después de que gastó $494,200 para comprar 12 propiedades a precios altamente inflados. Los récords muestran que la valoración era un total de $85,750, cuando los dueños rechazaron las mejores y últimas ofertas de la ciudad en 1960. O’Malley tenía todo el derecho legal y de propiedad de la tierra, pero sin embargo muchos residentes lo culparon a él y no a la Autoridad de Vivienda del gobierno federal o a las autoridades de la ciudad. El hecho es que no debieron de haber dueños de propiedad ahí después de 1951-52 y la decisión de las Autoridades de Vivienda de la Ciudad de evacuar el área.
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Finalmente el 17 de septiembre de 1959, se realizaron las ceremonias de la primera piedra de la construcción del Estadio de los Dodgers y O’Malley supo que su sueño de tanto tiempo de construir su propio estadio, por fin se cumpliría. Él pensó que podría terminarse en 1960, pero más tarde se tuvo que retrasar hasta abril de 1962. Debido a los extensos retrasos, el precio también se incrementó por $2.5 millones para hacer un nuevo total de $23 millones (incluyendo construcción, caminos y adquisición del terreno). Los Dodgers fueron forzados a permanecer en el Coliseo por dos temporadas más, con términos de último momento con la Comisión del Coliseo que no eran muy favorables.
El estadio de los Dodgers estaba tan bien diseñado como cualquiera antes o después de él. Gran parte de su éxito fue el minucioso planeamiento por parte de O’Malley, junto a Dick Walsh, vicepresidente de operaciones, el arquitecto Capt. Praeger y Jack Yount de Vinnell Constructors. Dos de los consejeros financieros más allegados a O’Malley durante esta etapa eran Sylvan Oestreicher y Jim Mulvey, directores de los Dodgers y el último era esposo de la parte dueña Dearie Mulvey y Presidente de Samuel Goldwyn Pictures. Union Oil, el primer patrocinador principal del equipo, y Bank of America jugaron papeles importantísimos en los aspectos financieros de la construcción del Estadio de los Dodgers.
Durante el complicado proceso de construcción, O’Malley estaba completamente sumergido en el proyecto, ya que residía en el centro de Los Angeles en el Hotel Statler en 930 Wilshire Boulevard. Nunca quería estar alejado de la construcción. Casi todas las ideas concevibles para el nuevo campo de juego fueron discutidas y consideradas por O’Malley: facilidad de estacionamiento; transportación de los lotes al estadio; asientos exclusivos en el nivel del Club; iluminación; colores; anchura de los asientos; concesiones; jardinería; arte; fuentes; disponibilidad de sanitarios; limpieza; perspectiva desde los asientos; escaleras; cenas elegantes; y un bar de leche para los niños, entre otras cosas. En un viaje alrededor del mundo en 1956, O’Malley había visitado el Coliseo en Roma y su construcción le había impresionado sobremanera. También refleccionó sobre la tragedia humana que el monumento representaba. Mientras se encontraba en Japón, tomó notas mentales sobre la vista única que se tenía desde los asientos de lujo del dugout, e incorporó el concepto en su nuevo estadio. La influencia de Disneylandia para la disposición del estadio, el estacionamiento y el alto nivel de servicio al cliente, no fue pasado por alto por O’Malley, quien enviara a sus ejecutivos al Reino Mágico a que tomaran notas.
Los esfuerzos de O’Malley resultaron en excelentes críticas para el Estadio de los Dodgers que abrió sus puertas el 10 de abril de 1962, convirtiéndose en un éxito instantáneo y favorito para todos, desde el aficionado casual hasta el comprador de boletos de temporada. Su esposa Kay, hizo el ceremonial primer lanzamiento desde el dugout de los Dodgers en el nivel del campo y fue recibido por el catcher John Roseboro. El recibimiento que tuvieron los aficionados hacia el Estadio de los Dodgers, evidente por el entusiasmo el Día de Apertura, fue el momento de más orgullo para O’Malley. Con construcción sin columnas, una vista no obstruída del home plate hizo de cada asiento en el Estadio de los Dodgers, uno bueno. Mientras algunos reporteros dieron atención a que solamente había dos fuentes higiénicas en el Estadio de los Dodgers cuando abrió, el ejecutivo de los Dodgers Red Patterson, le dijo que sólo hubo un puñado de quejas recibidas por los aficionados respecto al tema. Inmediatamente, ese menor descuido fue corregido para satisfacción de todos. Los aficionados estaban completamente impresionados por la belleza de niveles multi-colores y su simetría, además de las impresionantes vistas de las Montañas de San Gabriel y el centro de Los Ángeles. O’Malley siempre estaba interesado en la horticultura y gastó $1.5 millones en jardinería colorida en 1963, incluyendo frondosos jardines y plantando una variedad de árbolesLos árboles incluyen 1,000 Eucaliptos, 1,000 Acacias, 750 Fiscus-Nitida, 150 Chiles de California, 95 Olivos, 85 Pinos de las Islas Canarias, 75 Palmas de Washington, 75 Chiles de Brasil, 36 Evergreen Ash, 34 Chinese Elms, 20 Orquídeas, 20 Jacarandas, 20 Higos, 12 Palmas Mediterráneas, 12 Peras, y 10 California Rosewood, además de 300 arbustos de rosas de acuerdo al folleto “Dodger Stadium A to Z” de 1990. que hacían del Estadio de los Dodgers más que un campo de béisbol, sino que un oasis y atractivo de Los Angeles. Desde el día en que se inauguró, más de 125 millones de personas han asistido a partidos en el Estadio de los Dodgers hasta la temporada del 2006.
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Mientras que los Dodgers batallaron en 1958 haciendo la transición a un medio ambiente que no era familiar para ellos en Los Ángeles, en la siguiente temporada hicieron un cambio de 180 grados. De hecho, los Dodgers empataron con los Bravos de Milwaukee con el mejor récord en la Liga Nacional y ganaron dos partidos seguidos en una eliminatoria del mejor de tres para ganar el título de la Liga y ganar el derecho de jugar contra los Medias Blancas de Chicago en la Serie Mundial. Los Dodgers derrotaron a los Medias Blancas en seis partidos para traer su primer Campeonato de Serie Mundial a la ciudad y a los aficionados de Los Ángeles. El enamoramiento en Los Ángeles entre un equipo y sus fanáticos se concretizó y continúa hasta el día de hoy.
Desde el día en que llegaron a Los Angeles, O’Malley se dio cuenta de la importancia de la diversidad del mercado en el que los Dodgers jugaban. Mucho antes de que otros equipos transmitieran sus partidos en la radio en idiomas múltiples, los Dodgers de O’Malley estaban disponibles en español desde 1954 en la radio WHOM en Nueva York. En Los Ángeles, desde 1958 los partidos fueron recreados y después a mitad de los 70’s, los comentaristas viajaban a todos los partidos fuera de casa. Las transmisiones de radio en inglés, con Vin Scully, el brillante y consentido del público, y su compañero de transmisión de años, Jerry Doggett, crecieron en popularidad en inmensas proporciones, inicialmente en el Coliseo y después en el Estadio de los Dodgers. Junto con su melódica y cautivadora voz, las descripciones inigualables de Scully capturaban la emoción y el sentimiento de cada partido, ofreciendo una historieta que mantuvo a los fanáticos pegados a sus radios transistores. Más y más mujeres se convirtieron en aficionadas de los Dodgers de Los Ángeles y traían sus radios al estadio. El popular comentarista en español Jaime Jarrín, arribó a la escena en 1959 y ha permanecido con los Dodgers desde entonces, expandiendo el interés y la audiencia en ese mercado en números que han roto marcas. Él, como Scully anteriormente, fue nombrado ganador del Premio Ford C. Frick en el Salón de la Fama del Béisbol. Dos miembros del Salón de la Fama fuera del campo y muchos otros dentro del mismo, son prueba de la extraordinaria habilidad de manejo de O’Malley y su singular destreza para identificar talento de calidad.
En 1965 los entrenadores de O’Malley incluían un afroamericano, Jim Gilliam, y un cubano, Preston Gómez. Cuando a sus jugadores de raza negra se les prohibió jugar golf en Florida durante el entrenamiento de primavera, él se dedicó a construir no uno sino dos campos de golf (uno de 9 hoyos y uno de 18 hoyos) en la propiedad de Dodgertown.
Para O’Malley, la habilidad de un empleado de dar todo de sí y de hacer su trabajo propiamente, eran los factores importantes en la contratación. La habilidad llegaba a ser estabilidad, cualidad tradicional de la organización de los Dodgers de O’Malley. O’Malley tuvo solamente dos manejadores, Walter Alston y Tommy Lasorda, miembros del Salón de la Fama, de 1954-79. También durante ese tiempo tenía tres Gerentes Generales — E.J. “Buzzie” Bavasi, Fresco Thompson y Al Campanis. Y solamente dos directores de fuerzas básicas, Thompson y William Schweppe. La lealtad, la dedicación y el trabajo árduo tenían significado. O’Malley no reemplazaba manejadores, aún cuando era presionado por fuerzas exteriores, porque era su opinión que si un equipo no competía exitosamente, era un fallo de la organización entera y que la culpa no debería ser cargada solamente por el manejador.
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Los aficionados eran parte importante de su preocupación día con día. Él y su organización entera estaban comprometidos a ofrecer una presentación tradicional del béisbol, siempre manteniendo al juego como la estrella, con un ambiente familiar en el Estadio de los Dodgers, cómodo, seguro y limpio. Todos los ejecutivos de los Dodgers, el personal y los empleados del día entendían la política de servir a los aficionados y siempre respondían a sus necesidades. Cada carta y llamada telefónica eran contestadas. O’Malley leía y contestaba cada carta que recibía con ayuda de su secretaria Edith Monak, quien trabajó con él por más de 40 años. Él hablaba con los aficionados en el Estadio de los Dodgers y en todo lugar para tener una idea de cómo era que funcionaba su organización y cómo estaba siendo aceptada. O’Malley enviaba comunicaciones regulares todo el año a sus compradores de boletos de temporada, boletos de grupo y órdenes de boletos por correo. La comunicación incluía el popular boletín Line Drives.
También se ocupaba de los precios de los boletos, haciendo el béisbol de los Dodgers accesible para las familias. Por 18 temporadas, los precios de boletos de 75 centavos a $3.50 permanecieron sin cambio, ganándole al Estadio de los Dodgers una reputación extraodinaria como un lugar de primera calidad para la familia, a precio accesible. Los Dodgers establecieron grandes marcas por asistencia, rompiendo el récord de las Grandes Ligas en 1962 con 2,755,184. Los Bravos de Milwaukee habían pasado la marca de más de dos millones por cuatro temporadas consecutivas en su nuevo campo de juego de 1954 a 1957, después de haberse reubicado de Boston en 1953. Los Dodgers se convirtieron en el primer equipo de las Ligas Mayores de Béisbol en rebasar la marca de los tres millones de asistencia en 1978.
En 1963, 1965 y 1966, los Dodgers regresaron a la Serie Mundial con jugadores como Sandy Koufax y Don Drysdale en el montículo, y bateadores como Tommy Davis, Willie Davis, Maury Wills y Ron Fairly.
Era una época emocionante para O’Malley y los Dodgers en su nuevo estadio y disfrutando del éxito en el campo de juego, ganando la Serie Mundial en 1963 (ganando cuatro juegos consecutivos a los Yankees de Nueva York) y en 1965 (derrotando a los Mellizos de Minnesota en siete juegos), antes de perder en cuatro juegos consecutivos ante Baltimore en el Clásico de Otoño de 1966. Al regreso de los Dodgers por su gira de beneficencia en Japón después de la Serie Mundial, O’Malley fue reconocido con el premio Order of the Sacred Treasure Gold Rays with Neck Ribbon por parte de Japón. El alto honor fue hecho en reconocimiento por el trabajo de O’Malley para promover las relaciones amistosas por medio del béisbol. El Director General Kiyosi Mori de la oficina del Primer Mandatario Eisaku Sato, hizo la presentación en Tokyo en la gira de beneficiencia el 15 de noviembre.
O’Malley desarrolló a Dodgertown con villas equipadas con lo mejor de la tecnología en 1972, reemplazando las viejas barracas navales y continuando la mejora de las instalaciones del entrenamiento de primavera con un nuevo edificio para el club, comedor, oficinas médicas, cuarto de prensa, estudio de radio, cuarto obscuro de revelado, y almacenamiento de equipo en 1974.
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Los Dodgers tenían algunos de los jugadores más sobresalientes en la era de O’Malley, incluyendo miembros del Salón de la Fama como Jackie Robinson, quien fuera el primer jugador afroamericano en cruzar la barrera del color, Pee Wee Reese, Duke Snider, Roy Campanella, Sandy Koufax, Don Drysdale y Don Sutton. La batuta fue pasada a la siguiente generación ya que el juego de Steve Garvey, Davey Lopes, Bill Russell y Ron Cey, todos provenientes del sistema de fuerzas básicas de los Dodgers, llevaron al equipo a otra década de éxitos. Alston cedió su lugar al popular Lasorda el 29 de septiembre de 1976. Lasorda llegaría a ser una figura estable en el dugout de los Dodgers por 20 años. Ambos Alston y Lasorda ingresaron en el Salón de la Fama del Béisbol por su éxito.
Los Dodgers de O’Malley terminaron en primer o segundo lugar en 12 de 19 temporadass que él estuvo a cargo (1951-69), incluyendo ocho títulos de la Liga Nacional en 1952, 1953, 1955, 1956, 1959, 1963, 1965 y 1966. Los Dodgers ganaron Campeonatos Mundiales en 1955, 1959, 1963 y 1965 bajo la dirección de O’Malley. Del 17 de marzo de 1970 hasta su muerte en 1979, Walter O’Malley sirvió a los Dodgers como Jefe de la Mesa Directiva, continuando así guiando el camino del Béisbol de las Grandes Ligas por medio de su trabajo en el Concejo Ejecutivo, además de su tremendo trabajo con la comunidad del sur de California y su aportación a numerosas organizaciones caritativas.
Los Dodgers participaron en la Serie Mundial nuevamente en 1974, 1977 y 1978. En 1979, los Dodgers firmaron a un joven lanzador izquierdo que entraría en las mentes y corazones de sus fanáticos en una temporada mágica en 1981. Por años, O’Malley había pedido a sus buscadores de talento que encontraran a alguien que atrajera a la creciente base de aficionados latinos en Los Ángeles. Cuando finalmente ocurrió, definitivamente fue más de lo que se imaginaban ya que Fernando Valenzuela, proveniente de un pequeño pueblo de México, llegó a ser grande en Los Ángeles, Estados Unidos y hasta héroe nacional en su país natal. Desafortunadamente, O’Malley nunca vería los resultados de ese diamante sin pulir. También en junio de 1979, los Dodgers contrataron a otro joven lanzador talentoso de nombre Orel Hershiser, quien años después, estuviera en los titulares por sus hazañas en el montículo.
Y así fue que O’Malley cenaba con líderes mundiales, fue honrado por el Papa Pablo VI, recibió el premio “Hombre del Año” de B’nai B’irth, el Premio Supremo George Washington Carver por Mérito por “contribuciones al deporte, mejores relaciones entre las razas y el bienestar de la humanidad” y la Medalla de Plata de Castor de los Boy Scouts. Un hombre no tan complicado, Walter O’Malley amaba la vida y a su familia, a su amplio círculo de amistades, cocinar para todos, un buen partido de póker, un mejor puro, cultivar orquídeas en su invernadero y más que nada, el béisbol.
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El 12 de julio de 1979, la Primera Dama de los Dodgers, Kay Hanson O’Malley, falleció. Esa mujer compasiva y aficionada leal de los Dodgers llegó a presenciar muchas cosas en su tiempo. Entre ellas, los logros de su esposo como estudiante, comunicador, líder, deportista, hombre de negocios, innovador, visionario, pionero y hombre de familia. Ella logró bastante también, como esposa amorosa y dedicada, madre de dos hijos, y abuela de 12. Fue reconocida como Mujer del Año de Los Angeles Times en 1971, y siempre tuvo la habilidad de seguir adelante y no dejar que su discapacidad evitara que viviera una vida plena y llena de emoción. Realmente aficionada al béisbol, llevaba la cuenta de los marcadores de los partidos en casa y de visitantes. Para honrar a Kay y a su gran cariño por la organización de los Dodgers, O’Malley nombró dos aviones del equipo que transportaban jugadores, en su honor—el Kay O’, un Electra Lockheed de 1962 y Kay O’II, un Fan Jet Boeing 720-B de 1971.
Veintiocho días más tarde, Walter O’Malley siguió al gran amor de su vida, cuando falleció a la edad de 75 años.
Inmediatamente, el reconocimiento y la simpatía llovieron provenientes de todo el país y del mundo entero en honor a O’Malley. En Japón, los Gigantes de Tokio guardaron un minuto de silencio y “oraron por el reposo del alma de O’Malley” antes de un partido con las Ballenas de Taiyo. Los Dodgers y sus fanáticos también guardaron un momento de silencio, con las banderas de la casa que él erigió, el Estadio de los Dodgers, ondeando a media asta en su honor. Una gran cantidad de amigos, colegas, aficionados y miembros de la prensa escribieron nobles notas y ofrecieron un sin fin de tributos.
Jim Murray, antiguo columnista sindicado de Los Angeles Times, escribió: “O’Malley pertenece al Salón de la Fama, así como Babe Ruth, Ty Cobb y Judge Landis. Él hizo ricos a más personas, más rápido que el gold rush de los 49s, que le ganara a llegar al oeste solamente por un siglo. Ted Williams pudo haber tenido la visión de ver una bola curvear a 60 pies, pero Walter O’Malley tuvo la visión de ver tres décadas con anticipación.
“...¿puede alguien negar que lo que hizo Walter O’Malley sirvió al béisbol — es más, salvó al béisbol? Ahora hay — cuéntenlas — seis franquicias de las grandes ligas en la Costa Oeste y dos en Texas, donde antes no había ninguna. O’Malley construyó un Taj Mahal de estadio, estableciendo un estándar para edificios futuros. Él arrastró a la fuerza al juego de béisbol hacia al Siglo 20”.Jim Murray, Columnista, Deportes, Los Angeles Times, 10 de agosto de 1979